Tributación a lo bestia

La obligación que tenemos de pagar los tributos exige la presencia de dos factores indispensables. Una ley que cree el impuesto y lomo para bancarlo.

Dicho a lo guaso, la tributación exige el respeto de dos principios fundamentales de la imposición: El de legalidad y el de capacidad contributiva.

El respeto a la aptitud económica individual está pidiendo no le pidan a la gente pague lo que no puede pagar. Sobre ese tema Carlitos sostenía que la ciudadanía solo estaría obligada a pagar lo que debe pagar, "pero si le van a pedir todo lo que pueda pagar que sea lo que pueda pagar siempre".

La gran joda gran es que la ley puso en manos de los políticos fijar los gravámenes que deben pagar los ciudadanos. Y si no pueden pagar que se jodan.

El Barón sostenía que "para fijar esas rentas se debían tener en cuenta las necesidades del Estado y los ciudadanos. Y que era preciso no exigirle al pueblo sacrifique sus necesidades reales para atender las necesidades imaginarias del Estado".

Después Carlitos la revienta: "Son necesidades imaginarias las que crean las pasiones y debilidades de los que nos gobiernan, sea por el encanto que tiene para ellos cualquier proyecto extraordinario, por su malsano deseo de vanagloria o por cierta impotencia del espíritu contra la fantasía" (De que hablaba, del cohete a Japón o del tren bala?).

Y al final la remacha con esto "A menudo se vé que los espíritus inquietos gobernando han creído necesidades del Estado a las que eran necesidades de sus almas mezquinas".

Siempre actual el Carlitos no? Menen? No. Carlos de Secondat, el Barón de Montesquieu. El Espíritu de las Leyes Libro XIII, Cap. I.

Que lo tiró! No aprendimos nada.

(*) Contador.